Don Pelayofue el primer monarca del reino de Asturias, que rigió hasta su muerte. Su origen es controvertido, aunque se le atribuyen los orígenes más variados.El testamento de Alfonso III, del año 869,[2] en que el rey Magno dona al presbítero Sisnando la iglesia de Santa María de Tenciana (Tiñana, Siero) que su tío Alfonso el Casto había ganado de las propiedades pertenecientes a su bisabuelo Pelayo, vincula territorialmente a Pelayo con el área central de Asturias, aunque sin aportar datos sobre su lugar de origen.
Frenó la expansión de los musulmanes hacia el norte, comenzó la Reconquista y se le ha considerado tradicionalmente como el fundador del reino de Asturias, aunque recientes investigaciones arqueológicas sugieren que podría haberlo hecho sobre una organización política local previa.
Éste se dirigió huyendo hasta el monte Auseva, en el valle de Cangas y allí, en la Batalla de Covadonga, aniquiló al destacamento de Al Qama que venía de la península para ayudar a aniquilar definitivamente la resistencia en las montañas. Con Rodrigo, ocupó el cargo de conde de espatarios o de la guardia del rey y como tal combatió en la batalla de Guadalete en abril o mayo del año 711. Tras la batalla se refugió en Toledo y, a la caída de la ciudad (714), mientras otros escapaban a Francia, él volvió a Asturias, supuestamente custodiando el tesoro del rey visigodo.
SANCHO III
Sancho Garcés III apodado el Mayor o el Grande, fue rey de Pamplona desde el año 1004 hasta su muerte, y conde de Sobrarbe y Ribagorza desde 1018. Dominó por matrimonio en Castilla, Álava y Monzón (1028–1035), que aumentó con el Condado de Cea (1030–1035). Su intervención en el corazón del reino del León en 1034-1035 ha sido objeto de interpretaciones opuestas, desde una guerra relámpago a una colaboración más o menos voluntaria con Bermudo III (ya que la documentación no menciona luchas entre leoneses y navarros).
Su reinado coincidió con la crisis del mundo califal, iniciado a la muerte de Almanzor y terminado con el principio de los Reino de Taifas.
Bajo su mandato el reino cristiano de Nájera-Pamplona alcanzó su mayor extensión territorial, abarcando casi todo el tercio norte peninsular, desde Astorga hasta Ribagorza. WILFREDO EL VELLOSO
Wifredo pertenecía a un linaje hispanogodo de la región de Carcasona (la tradición fija su nacimiento en las inmediaciones de Prades, en el condado de Conflent, actualmente en el Rosellón francés). Conde de Urgel y Cerdaña en 870, recibió en el año 878 los condados de Barcelona, Gerona y Besalú de los reyes carolingios. Su gobierno coincidió con un periodo de crisis que llevó a la fragmentación del Imperio carolingio en principados feudales.
Wifredo fue el último conde de Barcelona designado por la monarquía franca y el primero que legó sus estados a sus hijos. A partir de entonces, los condados se transmitieron por herencia y los reyes francos simplemente sancionaron la transmisión. De esta forma, se crea la base patrimonial de la casa condal de Barcelona.
La leyenda lo hace hijo del conde Wifredo de Arrià,[1] caballero de la villa homónima, situada cerca de Prades en el condado de Conflent, uno de los condados de la Septimania bajo soberanía franca, y vengador de la muerte de su padre asesinado por Salomón, al cual Wifredo el Velloso dio muerte. Por tanto, la tradición ha situado el nacimiento de Wifredo en dicha localidad, conocida actualmente como Ria, en el Rosellón (Francia). Ahora bien, a partir de los estudios de los monjes benedictinos dom De Vic y dom Vaissete, autores de la Histoire générale de Languedoc,[2] se considera que Wifredo era hijo de Sunifredo, un noble hispanogodo, nombrado conde de Urgel y de Cerdaña en 834 por el emperador Luis el Piadoso, y de Barcelona, Gerona, Narbona, Nimes, Agde, Besiers y Magalona en 844 por el rey franco Carlos el Calvo.
Siguiendo la tradición de los condes de ascendencia visigoda[6] -Wifredo el Velloso, Miró de Rosellón-Conflent y los condes de Ampurias Dela y Suñer II- mantuvieron su fidelidad a los monarcas carolingios Carlomán (879-884) y Carlos el Gordo (885-888), tal y como lo testimonian la visita a la corte real de 881 llevada a cabo por los jerarcas catalanes para solicitar privilegios, y el precepto otorgado en 886 por Carlos el Gordo a Teotario, obispo de Gerona. Ahora bien, esta lealtad de los condes de la Marca toma, tras muerte de Luis el Tartamudo, un carácter pasivo. Los condes, si bien no se alzaron nunca contra los reyes carolingios, evitaron implicarse en las luchas del reino. En 879, Luis III y Carlomán marcharon contra Boso, autoproclamado rey de Provenza, título privativo de los descendientes de Carlomagno. Los condes se posicionaron a favor de Carlomán pero no se unieron a la expedición, actitud bastante diferente de la decidida y firme actuación, sólo dos años atrás, de Wifredo y Miró en Septimania contra los seguidores de Bernardo de Gothia. Igualmente, los jerarcas sur-pirenaicos no asistieron a la asamblea de Ponthion (885) puesto que, para ellos, los ataques normandos representaban una cuestión ajena y lejana.
FERNANDO III
Fernando III de Castilla y León , llamado el Santo, rey de Castilla[1] (1217 – 1252) y de León[1] (1230 – 1252). Hijo de Berenguela I, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León. Durante su reinado se unificaron definitivamente las coronas de Castilla y León, que habían permanecido divididas desde la época de Alfonso VII el Emperador, quien a su muerte las repartió entre sus hijos, los infantes Fernando y Sancho.
Durante su reinado fueron conquistadas y arrebatadas a los musulmanes, en el marco de la Reconquista, entre otras plazas, las ciudades de Córdoba, Sevilla, Jaén y Murcia, obligando con ello a retroceder a los reinos musulmanes, que, al finalizar el reinado de Fernando III el Santo, únicamente poseían en la Península Ibérica las actuales provincias de Huelva, Cádiz, Málaga, Granada y Almería.
Fue canonizado en 1671, siendo papa Clemente X, y reinando en España Carlos II.
Hijo de Alfonso IX de León y de su segunda esposa, la reina Berenguela I de Castilla. Por parte paterna era nieto de Fernando II de León y de su esposa, la reina Urraca de Portugal. Por parte materna eran sus abuelos el rey Alfonso VIII de Castilla y su esposa, la reina Leonor de Plantagenet.
Fueron sus hermanos, entre otros, el infante Alfonso de Molina, padre de la reina María de Molina, esposa de Sancho IV el Bravo, y las infantas Sancha y Dulce.
Trató de unificar y centralizar la administración de los reinos castellano y leonés, promovió la traducción del Fuero juzgo e impuso el castellano como idioma oficial de sus reinos en sustitución del latín. Repartió las nuevas tierras conquistadas entre las órdenes militares, la Iglesia y los nobles, lo que dio lugar a la formación de grandes latifundios.
En el ámbito cultural y religioso, mandó levantar las catedrales de Burgos y León. Se esmeró por que en su Corte se le diera importancia a la música y al buen hablar literario (su hijo el rey Alfonso el Sabio será un gran literato y declarará que su saber se lo debe en gran parte al interés que su padre tenía por que su instrucción fuera la mejor posible).
Fernando III el Santo contrajo matrimonio en noviembre de 1219 en la ciudad de Burgos con Beatriz de Suabia, hija de Felipe de Suabia, rey de Romanos y duque de Suabia, y de Irene Ángelo, hija de Isaac II Ángelo, emperador del Imperio Romano de Oriente, con la que tuvo diez hijos.
ALFONSO III
Alfonso III de Asturias, llamado el Magno (c. 848 - Zamora, 20 de diciembre de 910) fue rey de Asturias desde 866 hasta poco antes de su muerte en 910.
Hijo y sucesor de Ordoño I de Asturias y su esposa Munia, Alfonso III hubo de hacer frente a una serie de problemas internos: revueltas nobiliarias, conatos de rebelión en la propia dinastía, como el caso del infante Vermudo el Ciego. Llevó a cabo una fuerte actividad repobladora, acogiendo a una importante inmigración mozárabe, y consolidó el Duero como frontera meridional del reino, en torno a las plazas fuertes de Toro y Zamora. Luchó enérgicamente contra los musulmanes, a los que derrotó en Polvoraria. Rechazó la yihad del rebelde omeya Ibn al-Qitt y pactó con Ibn Marwan al-Yalliqi, valí de Mérida.
Casó con Jimena Garcés (866-910), cuya estirpe todavía se discute. De este matrimonio nacieron los tres primeros reyes propiamente leoneses, García, Ordoño y Fruela, que ya en vida de su padre gobernaron respectivamente la frontera centro-oriental (la futura Castilla), Galicia y Portugal, y Asturias.
Sus últimos años de reinado son oscuros. Por motivos desconocidos, García trató de derrocarlo, lo que logró finalmente con el concurso de sus hermanos. Alfonso III abdicó, aunque al parecer conservó el título real, y murió en Zamora, al parecer tras emprender una última incursión en territorio musulmán.
Fue asociado al trono en el 853 y se ocupó del gobierno de Galicia. Al morir su padre, tuvo que enfrentarse al Conde de Lugo, D. Fruela Bermúdez, que le disputaba la corona, y hasta parece que llegó a usurparle el trono, quizá refugiándose Alfonso en alguna parte de Castilla. Hay que tener en cuenta que hasta hacía poco la monarquía había sido electiva, y todavía había nostálgicos. Sin embargo, un año más tarde Alfonso III recuperó la Corona gracias a la ayuda del conde Rodrigo de Castilla.
Al año siguiente, 867, tuvo que dominar a los vascones, que se sublevaron con el conde D. Eilo a la cabeza.
Su padre, Ordoño I, había comenzado la repoblación de los territorios fronterizos, y continuó con ello: en 878 envió huestes a afincarse al norte de Portugal, conquistando así Coímbra y Oporto, y situando la frontera sudoccidental en el Mondego.